En la contraportada se puede leer lo siguiente:
Este libro es una propuesta moderna y arriesgada que pretende explicar la manera en que la gente desarrolla las capacidades más importantes para su modo de vida: la inteligencia lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal y cinética, la interpersonal y la intrapersonal. Todas ellas se utilizan para resolver los distintos problemas que se nos puedan presentar cotidianamente y para alcanzar diversos fines culturales: vocaciones, aficiones y similares.
La conclusión no es sólo que la escuela del futuro debería centrarse en el individuo y ayudarle a desarrollar todas esas inteligencias, sino también que cada persona tiene su propia manera de combinarlas y utilizarlas, aunque quizá no la conozca aún. En cualquier caso, la misión de este apasionante libro es lograr que la descubra.
“Si lo que estás buscando son nuevas ideas para la redefinición del paisaje educativo, este libro le resultará imprescindible.” Stephanie Pace Marshall
“Una lectura imprescindible no sólo para maestros, sino también para miembros de consejos escolares, legisladores e interesados por el tema en general.” Rexford G. Brown
Existen muchísimos pasajes de interés, pero rescato uno que podréis leer en la página 306 bajo el título UNA NUEVA TEORÍA DE LA INTELIGENCIA:
“… podemos definir la inteligencia, fundamentalmente, como la manifestación de un compromiso entre dos componentes: a) los individuos, que son capaces de usar su vector de competencias en varios campos del conocimiento; y b) las sociedades, que alimentan el desarrollo individual a través de las oportunidades que proporcionan, las instituciones que apoyan y los sistemas de valores que promueven. Las competencias individuales representan sólo un aspecto de la inteligencia; la inteligencia también requiere estructuras sociales e instituciones que permitan el desarrollo de dichas competencias. En este marco, la inteligencia se convierte en un constructo flexible, culturalmente dependiente. Tanto el individuo como el agente social pueden desempeñar un papel dominante, pero ambos deben participar si se quiere alcanzar la inteligencia. En las denominadas “sociedades de ámbito”, como el Japón, predomina la parte social; en nuestra sociedad “de partículas”, el agente humano desempeña un papel más significativo.
Durante aproximadamente un siglo, las sociedades industrializadas occidentales y sus escuelas podían permitirse movilizar las competencias de una minoría de su población. Sin embargo, con el surgimiento de las economías postindustriales, ya no resulta factible capacitar solamente a los adeptos al aprendizaje descontextualizado para que desarrollen sus competencias. Tenemos que ampliar nuestra idea de lo que puede considerarse inteligencia, tanto en términos de los componentes individuales como de los culturales. Junto a las nuevas actitudes acerca de la inteligencia, se necesitan nuevas formas de escolaridad y de evaluación para potenciar las competencias de la mayoría.
Un poco más adelante (pag. 311) nos habla del caso de los Estados Unidos, que podría trasladarse casi sin cambios a nuestra cultura debido a su enorme influencia. Proporciona varios dardos a la línea de flotación de nuestros presupuestos tácitos de ideas relacionadas con la inteligencia.
En definitiva, que se trata de una obra muy recomendable para abrir perspectivas y eso siempre es positivo.
José Luis Sánchez Piñero. Presidente de ASA, Málaga
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